miércoles, 19 de octubre de 2011

Amores adulteros



Amores Adúlteros



Esta novela, escrita a cuatro manos junto con Federico Traeger, es un libro divertido, sensual y apasionado… pero también peligroso. Muestra el mundo de Él y Ella, dos personas con pareja, hijos, responsabilidades, vidas hechas que han perdido brillo. Hasta que un buen día se reencuentran, se aventuran a gozar de un placer prohibido… y ese paréntesis se vuelve posibilidad de un futuro que los aterra y les fascina. Podremos espiarlos en su mayor intimidad, pero también ser sus cómplices, mirarles el alma, morderles el nombre que no tienen y llegar a la conclusión de que, como ellos, somos capaces de arrojarnos sin salvavidas en un mar bravo pero prometedor.

No dejen de leer este libro que, además, viene con escenas fotográficas y con 4 canciones escritas, compuestas, grabadas y cantadas especialmente para la novela. Las pueden escuchar en www.amoresadulteros.wordpress.com

viernes, 7 de octubre de 2011

Ortografía

Ahora que estoy viendo el tema de ortografía encontré este texto espero les agrade.


Ortografía 
Ángeles Mastretta

Al fin, su marido se cansó de quedar bien con ella y se fue a quedar bien con alguien más.

Los primeros días Ofelia sintió la soledad como un cuchillo y se tuvo tanta pena que andaba por la casa a ratos ruborizada y a ratos pálida. Luego se hizo al ánimo de aceptar que el hombre de toda su vida se hubiera sentido con tiempo para iniciar otra vida en otra parte y hasta le pareció conmovedor haberse casado con alguien a quien los años le alcanzaban para tanto.

Pensando en eso anduvo por la casa poniendo en orden el desorden, buscando otro modo de ver el mundo, para empezar, por desde dónde iba a verlo.
Un día cambió los cuadros de pared, otro regaló sillas del comedor que de tanto ser modernas pasaron de moda. Luego mandó su colchón grande a un asilo en el que dormirían dos viejitos aún enamorados y se compró una cama sobria y en paz como su nueva vida. Al último arremetió contra su sala, segura de que urgía cambiar la tela de los sillones.


El tapicero llegó al mismo tiempo en que a ella le entregaron por escrito la petición formal de
divorcio. La puso a un lado para pensar en cosas más tangibles que el desamor en ocho letras.

Trajinó en un muestrario buscando un color nuevo y cuando se decidió por el verde pálido el tapicero llamó a dos ayudantes que levantaron los muebles rumbo al taller.

Junto con ese ajuar se iba el paisaje que había reinado en su casa los pasados diez años. Ofelia los vio irse y siguió con la mirada el rastro de cositas que iban saliendo de entre los cojines: un botón, dos alfileres, una pluma que ya no pintaba, unas llaves de quién sabe dónde, un boleto de Bellas Artes que nunca encontraron a tiempo para llegar a la función, el rabo de unos anteojos, dos almendras que fueron botana y un papelito color de rosa, doblado en cuatro, que Ofelia recogió con el mismo sosiego con que había ido recogiendo los demás triques.

Lo desdobló. Tenía escrito un recado con letras grandes e imprecisas que decía:

"Corazón: has lo que lo que tu quieras, lo que mas quieras, has lo que tu decidas, has lo que mas te convenga, has lo que sientas mejor para todos".

¿Has? dijo Ofelia en voz alta. ¿Su marido se había ido con una mujer que escribía haz de hacer con has de haber?, ¿con una que no le ponía el
acento a tú el pronombre y lo volvía tu el adjetivo?, ¿con alguien
capaz de confundir el más de cantidad con el mas de no obstante?

La ortografía es una forma sutil de la elegancia de alma, quien no la tiene puede vivir en donde se le dé la gana.

Según el pliego que debía firmar, la causa del divorcio era incompatibilidad de caracteres. Nada más cierto, pensó ella. La ortografía es carácter. Firmó.



lunes, 3 de octubre de 2011

Una leyenda

"La Matlacihua"

La Matlacihua se remonta a las épocas más primitivas de nuestras raíces. Era la diosa de la muerte, Mictlantecihuatl (Mic—muerte, tlan—lugar, cihuatl—mujer, señora. La señora del lugar de los muertos). Es la que regía el inframundo, y tenía un esposo— Mictlantecutli (El señor del lugar de los muertos). Mientras pasaban los milenos, su nombre se deformó y quedó Matlacihua. Se cortó el nombre, se hizo en dos pedazos, y se juntaron los dos pedazos. Pero originó de la verdadera diosa de la muerte, la diosa del inframundo. En México el termino inframundo no era considerado malo—esa creencia del infierno fue introducida por los Europeos. Antes, pedirle algo a la muerte era como pedir un poco de vida; en otro termino se le pedía otro poco de tiempo para estar en la tierra. 

En América Central, la muerte era de gran importancia, ya que En la noche, cuando las personas estaban más desprotegidas, se le pedíamos un favor al dios de la noche, para cuidarlos de todo mal que pudiera ocurrir.  La noche, la muerte, la oscuridad, los poderes de la luna, y los animales, daban sentido de vida y cuidado a la humanidad. Eran ellos que regían la bondad de esos lugares tan peligrosos.
        





La Matlacihua, consecuentemente, era parecida a una mamá grande—una madre de todos. Junto a ella, existía La Huehuetsimeme, lo que quiere decir la abuela demonio. Sin embargo, no era un demonio, sino un ser que castigaba. Y La abuela Huehuetsimeme, en su turno, tenía otros ayudantes que eran mujeres descarnadas. Según las leyendas, eran mujeres muertas de cuerpo completo pero con la quijada de puro hueso sin carne. Salían representadas en los códices con tocados hermosos y pechos descubiertos—verdaderas bellas imágenes. Eran súbditos que obedecían los ordenes de la Matlacihua y la abuela demonio—las madres 

En México, los hombres tenían la reputación de consumir bastante alcohol y muy seguido andaban borrachos. Esto hacía que las madres se enojaran y que a sus hijos les mandaran a la casa a compartir con sus familias—con sus esposas y sus hijos. La Mictlantecihuatl, siendo la mamá más grande de todas, era la que se enojaba más que ninguna. Por lo tanto, era ella la que conducía a los hombres ebrios a las espinas y a los lodos. Era una forma de castigarlos por su mal comportamiento y desobediencia.

Leyendas de la matlacihua podemos encontrar varias pero yo les dejo esta a ver que les parece.

"La leyenda de la Matlacihua"

Ésta historia me la contó mi abuelo hace poco. Dice que cuando era joven le encantaba tocar guitarra, y varios chavos en su pueblo se reunían para llevar serenata a sus novias o a las chavas que les gustaba. Vivía en un pueblo rústico muy lejos de la ciudad, dice que en ese entonces no había luz en todo el pueblo, sólo llegaba a las 7:00 pm y se iba a las 11:00 pm. (la luz).

Entonces, cuando terminaban de “echar gallo” como ellos le llamaban a las serenatas, se iban cada uno a sus casas. Es ahí que cuenta que cierta vez al regresar a su casa cerca de la una de la madrugada, caminaba por las callejuelas retorcidas y empotradas del pueblo alumbrado sólo por la luz de la luna y la de un pequeño candil de petróleo. Al pasar entre dos casas supuestamente abandonadas percibió, a medias, un bulto que le llamó de sobremanera la atención. El bulto se incorporó dejando ver apenas la figura de una mujer, él dirigió la luz de su candil hacia la mujer, avanzando unos pasos hacia ella, y pudo percatarse de su aspecto físico, dice; “era una mujer de cabello largo y negro, blanca, de ojos negros, preciosa, vaya era hermosa, llevaba un vestido largo blanco, parecía una túnica”, lo que le llamó la atención era que parecía que sus pies no tocaban el suelo, sólo se deslizaba.

Dice que sintió que había caído en una especie de hechizo o algo así porque el corazón le latía muy fuerte y sentía vehemencia por tocarla, acariciarla y ella no lo permitía, se deslizaba, era muy ágil y él sólo caminaba queriéndola alcanzar. No sabe a ciencia cierta cuánto tiempo pasó, pero empezó a sentir fuertes piquetes en sus piernas y en sus brazos, y eso fue lo que lo hizo volver de ese trance.

Sintiendo un frío intenso despertó para percatarse que se encontraba en la cima de un peñasco y estaba enredado en las espinas, un paso en falso y se caería al precipicio . Ya empezaba a amanecer, no sabía dónde estaba y recordando viejas consejas pudo comprender que era obra de la Matlazihuatl**.

Anduvo perdido todo el día y al entrar la tarde llegó al pueblo, estuvo a punto de morir pues fue presa de una fiebre y delirios increíble. Ahora dice haber sido muy afortunado de no haber muerto, el dolor que le produjeron las espinas lo salvó de morir.

Nota: Mi abuelo jura que lo que le ocurrió es verdad y yo he investigado que la Matlazihuatl** es una mujer, cuya belleza es capaz de enloquecer de amor a un hombre y dejarlo en una especie de hipnosis para después llevarlo al monte donde sus gritos no le sirvan de nada y asesinarlo brutalmente no sin antes dejarle ver su horrenda personalidad, la de un ente infernal cuya sola visión es capaz de tornar blancos los cabellos por el terror que produce.

Mascara de Terror